El sereno

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¡¡¡SERENOOOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡clap clap clap!!!

Hasta finales de los años 70 del siglo XX la figura del sereno y este sonido eran muy habituales por las noches en las capitales de provincia de España.

Su inicio está en el gran tamaño de las llaves de los portones antiguos, que suponían una carga pesada para llevarlas encima. Debido a ello, se popularizó durante el siglo XVIII la profesión de sereno. El sereno era una persona que por las noches abría a los vecinos los edificios de la calle haciendo las veces de “portero nocturno”, salvaguardando además la seguridad de los barrios evitando altercados, avisando a los bomberos en caso de incendio y controlando el alumbrado público. Se cree que el primer cuerpo de serenos nació en Valencia por iniciativa del que era su alcalde entonces, Joaquí Fos en el año 1777, con intención de recolocar a los trabajadores de la industria de la pirotecnia que sufría una mala época debido a una prohibición de la fabricación y consumo de fuegos artificiales.

Su nombre proviene de que, los primeros serenos además de las funciones anteriormente descritas informaban de la hora y del tiempo al grito de “las doce en punto y lluviaaa”. En verano, como casi nunca llovía, lo que solían gritar era “las doce en punto y serenooo” y la gente de tanto oír su canto empezó a llamarles así para diferenciarlos de otro tipo de vigilantes.

Los requisitos para entrar a formar parte del Cuerpo de Serenos consistían en no tener antecedentes policiales, medir cinco pies de altura como mínimo (un metro y medio, la media española de la época), tener voz fuerte y clara y estar entre los 20 y 40 años de edad.

En principio iban uniformados con un capote gris (que después se cambiaría por un batín), gorra de plato e iban armados con una garrota o chuzo (un palo de madera acabado en una punta de hierro). Además, llevaban un silbato de bronce para poder avisar a las autoridades pertinentes en caso de altercado o incendio y para comunicarse entre ellos. Hubo un momento en el que llegaron a hacer sonar el silbato por cualquier situación, tuviera o no gravedad, así que la policía ante tanta alarma injustificada optó por no hacerles caso. De ahí viene la expresión “Te han tomado por el pito del sereno” que significa que no te toman en serio.

En la ciudad de Badalona, los serenos tenían una función especial aparte de las antes mencionadas. Su misión era despertar a los pescadores. Sabían la hora a la que se debía despertar cada uno por un sencillo código. Los pescadores ataban una cuerda en el picaporte de su casa con los nudos correspondientes a cada hora, es decir: si la cuerda tenía tres nudos quería decir que se despertaba a las tres, si era a las tres y media, la cuerda llevaba tres nudos y un lazo.

Durante la época del franquismo, los serenos ejercían en cierto modo de vigilantes nocturnos para salvaguardar el modo de “vida ejemplar” impuesto por la dictadura. Muchos de ellos provenían del Principado de Asturias, porque era un oficio que se heredaba de padres a hijos y además era normal que entre ellos se recomendaban los unos a los otros para plazas que quedaran vacantes, y así iban viniendo vecinos y amigos del mismo municipio.

La figura del sereno en España desapareció en el año 1977. Con la llegada de los porteros automáticos y de la modernización de las cerraduras, las personas ya podían llevar sus propias llaves. Además, de las tareas de vigilancia de las calles empezó a ocuparse la policía local. En Madrid había serenos por toda la ciudad: desde el Paseo del Padro y la zona del parque de El Retiro, al barrio de Vallecas, por la zona del cerro del Tío Pío. El problema es que los serenos no tenían un sueldo ni seguridad social, vivían de las propinas de los vecinos y de lo que le daban algunos comercios a final de mes. Esta fue una de las principales razones para que este trabajo poco a poco, fuera desapareciendo.

El Madrid de los años 50. Entrevista a Manuel Amago

¿Cómo era el Madrid de los años 50? Para muchos madrileños los serenos forman parte de sus recuerdos de infancia. Los serenos eran guardianes de las calles e incluso de confidentes de secretos inconfesables. El último sereno en Madrid se dice que fue Manuel Amago y como reconocimiento a su labor fue homenajeado por la Comunidad de Madrid  y tiene una placa conmemorativa en la calle Doctor Gómez Ulla (en el barrio de Salamanca). En esta calle, entre los portales 8 y 10 se puede leer: ” A Manolo Amago, el último sereno de Madrid, en agradecimiento a sus servicios desde 1956”.  No os perdáis esta entrevista que le hacen en Radio Nacional de España (Minuto 27:18 al 39:41).

Referencias a la figura del sereno

En la prensa encontramos referencias a los serenos como vemos en esta noticia publicada por el diario ABC el 18 de Agosto  de 1954 donde relata la agresión sufrida por dos serenos en Puente de Vallecas. Ver noticia: «Dos serenos fueron apuñalados esta madrugada en el Puente de Vallecas».

El cronista Pedro Felipe Monlau describe en el capítulo Alumbrado y Serenos de su libro Madrid en la mano (1850) la realidad de los serenos en el siglo XVIII. A partir de 1854 se unificaron en España las misiones de sereno y farolero.​

«Antiguamente el alumbrado de las calles y plazas estaba a cargo de los vecinos, quienes cuidaban de encender, limpiar y conservar los faroles, y de los propietarios, que tenían a su cargo costear y reponer los faroles y las palomillas, abonando además a los vecinos el coste de las luces. En 1765 se estableció una dirección oficial de este ramo de policía, disponiéndose la iluminación de las calles y plazas durante los seis meses de invierno, ó sea desde octubre a abril. En 1774 se acordó que la iluminación continuase en los demás meses de verano. En 1798 se crearon los serenos, reuniendo este ramo con el de alumbrado, y aumentando hasta 96 reales anuales el impuesto anual de 64 reales 20 mrs. por cada luz que se venía pagando desde el primero de enero de 1766. Esta contribución de farol y sereno se aumentó desde el primero de enero de 1820 hasta 120 reales, cuya cantidad es la misma que se sigue pagando hoy día».

En el libro ‘Mujer de verso en pecho’ Gloria Fuertes nos cuenta en unos magníficos y rotundos versos la vida del sereno.

‘El sereno’

El sereno el domingo madrugaba.
Levantado a las siete de la tarde,
se iba a ver los colores al paseo.
Por la noche el sereno era distinto,
conocía a las putas por las piernas,
conocía a los chulos por el paso
y tenía un revólver pequeñito.
El sereno era pasto de la noche,
entendía de gritos de mujeres,
sabía si parían o gozaban
y reía o llamaba al cirujano.
El sereno era un hombre misterioso,
se afeitaba debajo de la luna
y fumaba cigarros prohibidos.
El sereno está preso,
pues le daba
por proteger a un coro de mendigos.

Recomendamos la lectura de Faroleros y serenos (1976) de la historiadora, investigadora y bibliógrafa española María del Carmen Simón Palmer.

Los serenos están muy presentes en las películas costumbristas de la posguerra, donde el relato de las vidas cotidianas se expresa a través de la historia de los personajes, como en el ‘Guardián del Paraíso’, protagonizada por Fernando Fernán Gómez.

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