Breve historia de la comunicación a larga distancia

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Hoy en día, si queremos comunicarnos y mantener el contacto con cualquier persona que esté lejos, basta simplemente con coger el teléfono y llamarla para poder hablar con ella. Es más, los avances que nos ofrecen las redes sociales nos permiten mantener ese contacto y saber de muchas personas a las que hace años que no vemos. Sin embargo, no hace tantos años esto era impensable. Hasta la llegada del teléfono el problema de la comunicación a grandes distancias había sido un verdadero quebradero de cabeza para la humanidad.

En los orígenes, hace miles de años, una forma de comunicarse eran las señales de humo utilizadas ya en China para avisar ante posibles ataques enemigos a lo largo de la Gran Muralla. Estas señales de humo serían también utilizadas por los griegos, los aborígenes australianos o los nativos norteamericanos, estos últimos, aunque parezca una forma de comunicación muy extendida lo utilizaban únicamente en situaciones específicas y con mensajes muy concretos, por ejemplo: para pedir auxilio, anunciar un nacimiento o muerte o para informar de una batalla.

En esto se parecía a las señales emitidas por un tambor, que también se utilizaba en África y América para comunicar mensajes muy generales a unas distancias relativamente lejanas. El sistema era parecido al que hoy en día siguen utilizando las iglesias con sus campanas, que dependiendo del suceso (anunciar un fallecimiento, una fiesta o celebración, etc.) tañen con un ritmo y tono precisos. Como ejemplos actuales, el lenguaje tamborileado del pueblo Bora del Noroeste del Amazonas con su Tambor Maguaré se está investigando como una forma de comunicación ancestral. Otro ejemplo mucho más cercano para nosotros, el silbo canario en la isla de La Gomera es otra forma de comunicarse que se mantiene intacta y que intentan que no se pierda, como parte de su patrimonio cultural.

Las carreras de relevos fueron utilizadas en la América prehispánica, con corredores que podían recorrer enormes distancias. Un ejemplo de ello fueron los Payanis, los mensajeros reales en las culturas zapoteca, mixteca, tarasca, azteca y maya, que estaban bajo la protección del dios Paynal. Existían pequeña postas donde los mensajeros descansaban y eran reemplazados por otros compañeros que continuaban su trayecto.  Militares bien entrenados para poder correr de 8 a 11 kilómetros a una velocidad media de 23km/h.

Siglos más tarde, cuando el caballo se introdujo en el continente americano, fue utilizado por los colonos norteamericanos con su famoso Pony-Express. El Pony-Express surgió como necesidad de llevar el correo de Missouri a California de la manera más rápida posible, y se realizaba por una serie de jinetes que iban cambiando de caballo en las postas hasta que llegaban a su destino. Sin embargo, este sistema duró poco tiempo porque fue reemplazado rápidamente por el telégrafo.

Las palomas mensajeras fueron otro de los sistemas clásicos de comunicación, por ejemplo, siendo utilizadas por los Griegos para notificar en las diferentes poblaciones los ganadores de las Olimpiadas, o en la edad moderna fueron utilizadas en diferentes guerras. Las palomas que se dedicaban a esta labor eran adiestradas específicamente para ello y podían llegar a recorrer distancias de entre 700 y 1000 kilómetros en una sola jornada.

El telégrafo no llegaría a ser inventado (después de más de 100 años de intentos fallidos por parte de diferentes científicos) hasta aproximadamente 1844 por Samuel Morse, que además desarrolló el famoso código de rayas y puntos que lleva su nombre. Y pocos años después, en 1858 se enviaría el primer mensaje transoceánico de Irlanda a Terranova. Como curiosidad, añadir que el Telégrafo Óptico, que emitía señales visuales desde una torre a otra, tuvo una amplia extensión en España, llegando a crearse 3 líneas: la de Castilla, la de Valencia y la Andalucía. Aunque tuvo bastante éxito en sus inicios, duró muy poco, desde 1844 hasta 1856. A día de hoy, existen numerosas torres del Telégrafo Óptico repartidas por toda España, incluso existe una en el Parque de El Retiro.

En 1854 Antonio Meucci construyó el primer teléfono para poder comunicarse desde su despacho situado en la planta baja de su casa con su mujer, que se encontraba postrada a causa de una enfermedad. Sin embargo, no patentó el invento, que sería atribuido a Bell unos años más tarde, y que sería este último quien se llevase el reconocimiento por la creación del teléfono.

Durante años, la comunicación telefónica se efectuaba mediante centralitas manuales que solían estar manejadas por mujeres que realizaban a mano las entradas adecuadas para conectar a dos usuarios, un problema de este sistema era en las llamadas a larga distancia se tenían que ir interconectando varias centralitas y la espera de la conexión podía prolongarse durante horas (de ahí que para las noticias importantes se siguiera utilizando el telégrafo). A finales del siglo XIX se patentó la centralita automática, y así funcionaron los servicios de telefonía durante muchos años. El principal cambio se produjo a finales del siglo XX, con la creación de Internet y la aparición de los teléfonos móviles, que han dado lugar al avance actual de las telecomunicaciones, y la fase de cambios, investigaciones y avances en comunicación que estamos viviendo.

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